CAPITULO 2
Alex se había sentado en un viejo banco de madera mal calzado y con cada movimiento de su inquieta pierna, emitía un soniquete que le incomodaba. Pasó una hora mientras repasaba los historiales clínicos sin prestar demasiada atención, necesitaba mantener su mente ocupada y no caer en la tentación de perder los nervios, hasta que de repente se puso en pie como un resorte, se giró sobre sus pies y fue al centro informativo de la clínica para llamar por teléfono. Era aún más pequeño que su despacho, sólo tenía un diminuto mostrador de madera desconchada y un teléfono que lo calificaba como una reliquia, recordaba haber visto uno igual en casa de sus abuelos. Lo descolgó y comenzó a hacer girar la pequeña ruleta hasta conseguir marcar el número de sus padres. Esperó a que alguien lo descolgara mientras escuchaba el pitido a través de la línea. No había nadie detrás del cable, no fue su única llamada, marcó cada número que recordaba, aunque no eran muchos ya que su móvil los memorizaba, su hermana mayor Estrella, amigos, vecinos, familiares, compañeros... Salió corriendo de entre el mostrador sin colgar mientras el pitido del teléfono le siguió hasta la calle. No conseguía respirar, le faltaba oxígeno, al llegar al exterior se permitió el lujo de dejarse caer sobre el césped y perder por un momento la consciencia. Se quedó allí, intentando relajarse, esperando despertar de aquel extraño sueño, esperando a que el mundo volviera a su aburrida normalidad pero sólo consiguió que su cerebro desconectara y se durmió.
Abrió los ojos cuando el sol estaba ya en lo alto y le había quemado su pálida tez. Su mente estaba más calmada, intentó poner en orden sus pensamientos caóticos hasta resumir sus ideas en tan sólo una pregunta. ¿Dónde estaba todo el mundo?.
Alex comenzó a sentir que sus tripas le reclamaban sustento y se levantó del césped para volver a la cafetería. Lo cierto es que todo seguía igual, la cafetera, las cámaras llenas , las luces, absolutamente todo funcionaba pero no había nadie que lo usase . Una vez que repuso fuerzas decidió volver a su casa, tal vez por el camino encontrase alguna respuesta. Volvió al vestuario a cambiarse una vez más, sin molestarse si quiera en ordenar su equipo, quería salir cuanto antes de la clínica, no se había dado cuenta hasta ese momento de lo deprimente que podía ser aquel lugar vacío.
Volvió por donde había llegado aquella mañana intentando buscar respuestas, entró en cada tienda, establecimiento, bar, supermercados.. . Todos estaban abiertos y con las luces encendidas pero no había nadie, tuvo la sensación de que la gente había huido dejándole atrás. Llegó al portal de su casa sin aliento, tenía miedo de estar en soledad, irónico. La puerta estaba abierta y mientras se encaminaba por las escaleras hasta su piso, tenía claro que no subiría en ascensor por si las moscas, se dio cuenta de que todas las puertas estaban abiertas. Se asomó a cada piso, no conocía a la mayoría de sus vecinos pero no le importó, llamó, gritó, incluso conforme subía cada piso se permitió curiosear en algunas habitaciones. En varios se encontró la mesa preparada para el desayuno, tostadas con mantequilla, tazas de café ya frío, una manzana a medio pelar que ya había comenzado a cambiar de color y una lavadora que no dejaba de advertir que había finalizado su programa, la apagó y volvió al rellano. Cuando llegó al séptimo piso no se molestó en buscar a nadie, solo quería volver a su casa y que aquel extraño día pasara de largo.
Al llegar a su apartamento se dio cuenta que era la única puerta que había encontrado cerrada, evidentemente la había cerrado antes de irse a trabajar. Todo aquello le hizo pensar que sí había ocurrido algo en la ciudad, debía haber sido durante las primeras horas del día y probablemente habría alguna noticia circulando por Internet. Así que sacó su portátil, lo colocó minuciosamente sobre la mesa que hacía las funciones de comedor y despacho, se sentó y comenzó buscando noticias de última hora en su comarca. No había nada nuevo desde las 7 de la mañana, amplió la búsqueda sin lograr respuestas, no podía creer que no hubiera pasado nada en el mundo, que no hubiera estallado otra guerra, que no hubiera habido otro atentado, terremoto, tsunami, sequía, tormenta, que no hubiera un desaparecido,un secuestro, violación, que no hubiera un nuevo estreno de película, fiesta, concierto, gala de premios, que no hubiera ..... Nada.
El día pasó con lentitud, la noche llegó y Alex tuvo la impresión de que no volvería a amanecer, no conseguía dormirse, el miedo a no despertar y desaparecer le mantenía en alerta. Fue una noche larga, silenciosa y oscura, donde los fantasmas y los miedos se colaron en su alma solitaria pero volvió a amanecer y ese día el sol llegó con más fuerza, iluminando los rincones que la noche anterior habían aterrado a Alex. Se vistió rápidamente y salió a la calle esperando encontrarse de nuevo con alguien, deseando que el día anterior hubiera sido una alucinación pero la realidad superó la ficción. Alex tenía pocos amigos, apenas cuatro o cinco, no era una persona muy sociable, es más siempre había tendido a aislarse, pero encontrarse en aquella soledad que parecía infinita, acabó por desesperarle. Comenzó a correr sin dirección, gritando al mundo pero sólo se oía su propio eco, era como si el mundo estuviera vació. Corrió como nunca la había hecho antes, durante horas, por calles, carreteras y parques hasta que perdió el aliento y sin fuerzas para dar un paso más, sucumbiendo una vez más al miedo, a que la soledad fuera su nueva compañera. Se sentó y lloró, lloró por su familia a la que no había dicho lo que les quería, lloró por sus amigos a los que había dejado marchar, lloró por sus pacientes a los que no pudo ayudar pero sobre todo lloró por Alex, al que todo el mundo había abandonado.
Continuará ...
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