viernes, 24 de abril de 2020

LA SALIDA


LA SALIDA


La humanidad se ha visto obligada a parar en seco para protegerse de algo que no se si ha sido provocado de forma natural o fabricado. El mundo no ha parado y yo tengo la sensación de que nos ha mandado a freír espárragos. Más de cuarenta días en casa, con la suerte de tener un pequeño huerto, pero ya he perdido la noción del tiempo, no sé qué día es, pero lo mas preocupante es que cada día tengo que cerciorarme en que mes vivo, porque nos han robado parte de marzo, abril se me escapa de entre los dedos y mayo ya veremos. Se que durante un tiempo tendremos que convivir con este maldito bichito, que debemos ser cuidadosos y precavidos pero también, estoy segura de que tenemos que salir ya de nuestro escondite habiendo aprendido una gran lección, necesitamos salir con los deberes hechos, dispuestos a ser responsables para  intentar volver a montarnos en el carro, para tener una vida normal y tranquila,   porque si no, muchos van a perder la razón por el camino y no va a haber para todos suficiente Lorazepam, ni Alprazolam, ni psicólogos,ni psiquiatras ni terapeutas, ni Flores de Bach, ni clases de yoga, ni meditación, etc..  para suavizar la pedrada mental que se está provocando con este encierro social. Y aquellos tarugos, que sean incapaces de convivir en paz con el resto, que no aportan nada a la sociedad, por favor les pido, quédense en su casa y no vuelvan a salir nunca, no los echaremos de menos.




martes, 14 de abril de 2020

UNA VENTANA AL MUNDO


UN VENTANA AL MUNDO


Desde una ventana veo el tiempo pasar,
días perdidos, días ganados,
todos iguales, todos distintos.
 Lentos amaneceres,
grises, lluviosos o soleados,
 incitadores de libertad.

El suave y dulce olor de las lilas ya florecidas se cuela por mi ventana
entre el silencio enfermizo de un mundo inmovilizado
y el alegre parloteo de las golondrinas que ya regresaron.

 Recluida o resguardada,
escudada tras unos cristales,
invernando,
 mientras otros luchan desabrigados en un frente de batalla higienizado,
 intentando salvar a madres, padres, hijos y amigos.
 Muchos se han quedado en el camino,
todos con nombre y apellido,
 con una historia,
todos con una vida que se ha perdido.

Es la ocasión de valorar lo que tuvimos
en los pequeños momentos de una jornada corriente,
en los besos, los abrazos y las discusiones de un día normal.

Yo sigo aquí,
resistiré hasta que todo pase,
mientras veo como el jilguero aletea libremente sus alas
y canta en el alfeizar de mi ventana.