UN VENTANA AL MUNDO
Desde una ventana veo
el tiempo pasar,
días perdidos, días
ganados,
todos iguales, todos
distintos.
Lentos amaneceres,
grises, lluviosos o
soleados,
incitadores de libertad.
El suave y dulce olor
de las lilas ya florecidas se cuela por mi ventana
entre el silencio
enfermizo de un mundo inmovilizado
y el alegre parloteo de
las golondrinas que ya regresaron.
Recluida o resguardada,
escudada tras unos cristales,
invernando,
mientras otros luchan desabrigados en un
frente de batalla higienizado,
intentando salvar a madres, padres, hijos y
amigos.
Muchos se han quedado en el camino,
todos con nombre y
apellido,
con una historia,
todos con una vida
que se ha perdido.
Es la ocasión de
valorar lo que tuvimos
en los pequeños momentos
de una jornada corriente,
en los besos, los
abrazos y las discusiones de un día normal.
Yo sigo aquí,
resistiré hasta que
todo pase,
mientras veo como el
jilguero aletea libremente sus alas
y canta en el
alfeizar de mi ventana.
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