miércoles, 17 de junio de 2020

KALANCHOE


KALANCHOE:


Al abrir la puerta del comercio Pinturas Juanto, me encuentro dos ojos experimentados detrás de las mascarillas que me dan con alegría los buenos días.  Veo a través de sus miradas, oigo sus enérgicas voces y leo en sus gestos la bondad que rezuman. Que suerte la mía haber cruzado nuestros caminos. Son una pareja que lleva dedicándose a su oficio muchos años, vendedores de la antigua escuela, que no dudan en compartir su entusiasmo por dar color a la vida.

De ellos he recibido un regalo, así sin más, sin merecerlo. Un presente más significativo para mí de lo que ellos se puedan imaginar, por el carácter en si de este premio que me ha llegado el corazón y para los que me conocen, saben que es algo que me apasiona.  Dos pequeños retoños de Kalanchoe de su propia planta. Ahora, ya descansan en dos coloridas macetas a las puertas de mi pequeño vergel, las cuidaré con mucho cariño, veré crecer y siempre me recordarán a esta pareja tan particular, que confirman mi creencia de que todavía existe buena gente en el mundo.

jueves, 4 de junio de 2020

CON LA LLEGADA DEL VERANO



CON LA LLEGADA DEL VERANO

Todos cambiamos a lo largo de la vida, porque nuestras propias vivencias, buenas, maravillosas, malas y horrorosas, modifican nuestra forma de pensar y por lo tanto también nuestra actitud y nuestras acciones.  

Superada la depresión y la bulimia no hace mucho tiempo, con gran esfuerzo, sudor, lágrimas y mucha ayuda, he conseguido reajustar ciertas actitudes y aceptarme tal y como soy, pero sobre todo he descubierto que me gusto. Soy una persona creativa, valiente, luchara, pacifista, empática, educada, precavida, compasiva, curiosa, honesta, asertiva, insistente… además, por supuesto, tengo grandes y pequeños defectos que me completan y me convierten en una buena persona.

Con la llegada del buen tiempo, se acerca el ir y venir a playas, piscina, ríos, lagos y pantanos, y os aseguro que yo soy una persona que disfruta con los chapuzones como la que más, de hecho, en alguna de mis vidas pasadas debí ser algún ser marino, pero a día de hoy sigo teniendo un problemilla que me condiciona. Restos de la enfermedad que sigo arrastrando, aunque sé que no nos soy la única en pasar por esto. Es el temido momento de ponerme en bañador, y no solo ante los demás, ya que tan solo mirarme al espejo me resulta bastante incomodo, porque en conjunto solo veo defectos. Caderas anchas, piernas gordas y celulíticas, tripa flácida, brazos fuertes… aunque en mi parte de mi cerebro repite una y otra vez que sigo siendo la misma persona.

Lo cierto, es que probablemente, sea más critica conmigo misma que lo que puedan ser los demás, así que hoy he decidido hacer un ejercicio frente a mi enemigo, el espejo. He dedicado un buen rato a observar cada parte de mi cuerpo, viendo todo lo positivo que tengo, aunque no cumpla con los falsos cánones de belleza sociales que nos han metido a fuego. Tengo una estatura media con cuerpo grueso pero proporcionado, unos ojos bonitos, de color verde oliva y con vista perfecta, de naturaleza rubia, da igual el corte de pelo que me haga, porque casi siempre me sientan bien, además tengo la suerte de que me crece rápido por lo que puedo cambiar de look a mi antojo. Labios carnosos, que no suelo maquillar, y dentadura perfecta gracias a la ortodoncia, por lo que tengo una bonita sonrisa. Brazos fuertes, para sujetar a quien lo necesite, manos trabajadas, sobre todo para crear y escribir, pies firmes y fuertes, pocas veces me salen ampollas o rozaduras, me encanta andar descalza sobre cualquier suelo para sentir la dureza de las piedras, la hierba recién cortada o el frio barro bajo mis pies. Piel dura, que cura las heridas con facilidad y se dora incluso bajo la sombra de un buen nogal.
Mi cuerpo no hace que sea ni mejor ni peor persona, porque sigo siendo la misma persona. Se que no puedo separar mente y cuerpo, soy todo uno, si mi mente esta sana, mi cuerpo también y viceversa y eso es lo fundamental.

Sigo siendo perfectamente imperfecta.