lunes, 18 de noviembre de 2019

MAS ALLÁ DE LA VOZ


MAS ALLÁ DE LA VOZ




Soy mujer nacida en los 80, década de la revolución musical, sexual y social, pero en la que todavía reinaba la cultura del silencio, todavía quedaba y queda mucho camino por recorrer para lograr la verdadera libertad, aquella que se encuentra en el equilibrio entre la propia y la del entorno.

Durante muchos años, aprendí que “una buena chica” es la que está calladita, a la que apenas se le oye, la que come y calla, la que escucha y sonríe, hasta que llegué a la madurez con la voz castigada en un rincón por miedo a que no fuera digna de ser escuchada. Pero una voz no puede ser enterrada, no puede ser ocultada durante toda una vida y por fin, llegó el momento de ser liberada. Con mucho esfuerzo logré encontrarla en el fondo de mi garganta, apenas sabía como usarla y poco a poco averigüé cómo modularla, aprendí a hablar bajito para contar secretos y a gritar alto y fuerte para desnudarme ante el mundo.

He descubierto que no es una voz bonita, pues es mejor no oírme cantar, pero en ella puedes encontrar palabras hermosas y sinceras, también hallarás algunas dolorosas para aquellos que la verdad les duele, pero sobre todo y más importante es que es mía y de nadie más. Aquí me encuentro hoy, dándole el valor que merece, descubriendo un nuevo camino en el que tengo muchas cosas por compartir, en el que soy capaz de arriesgar y luchar por lo que creo para ir más allá de mi propia voz, porque mi opinión también cuenta.

Dedicado a Hebras de Tinta.

jueves, 7 de noviembre de 2019

LA VIDA ES UN ARCO IRIS


LA VIDA ES UN ARCO IRIS



Una de mis grandes aficiones, la cual me ha acompañado desde la infancia, es la pintura en todas sus facetas, desde colorear libros, pintar cuadros con óleo, acrílico, tizas, rotuladores, lápices y acuarelas, realizar pequeños murales o decorar muebles. Reconozco que se me da bastante bien y, además, es algo me ha ayudado a expresarme tanto en los peores momentos de mi vida como en los mejores.

Últimamente, he revisado muchas de las obras que aún conservo y me he dado cuenta, de que no sólo he evolucionado en la forma de dibujar y de colorear, también es un claro reflejo inconsciente de las situaciones y emociones que he vivido, por eso cada una de ellas llevan implícito parte de mí y de mi relato de vida. Tal vez, por eso, me cuesta tanto deshacerme de algunos cuadros que cree en momentos claves, y que detesto hacer encargos, ya que tan solo me aportan cierta ayuda económica para hacer lo que realmente me gusta, lo que me nace de las tripas y del corazón.

No ha sido fundamental que mis obras estuvieran técnicamente bien hechas, sencillamente me he dedicado a pintar porque me calma, porque alimenta mi alma y porque me gusta, porque es una manera de plasmar o transmitir de forma inconsciente un mensaje, un grito silenciado o una emoción propia a través de los colores, de su ausencia o de la temática. Como consecuencia, hoy soy conocedora y estoy orgullosa de no tener un estilo propio, algo común que podría definirme como artista, una característica única, porque en realidad no soy la misma que ayer pero tampoco la de mañana.

Guardo una gran variedad de cuadros que se van acumulando ordenados en un rincón, muchos de ellos son en blanco y negro, retratos de miradas perdidas y tristes, de alas seccionadas inmóviles, e incluso, poseo una colección de láminas que cuentan una parte de mi historia en la gama de los grises, de un tiempo en la que perdí la capacidad de vivir y en la que me sumí en un mundo propio sin luz, tan negro como una oscura cueva oculta y aislada en el fondo del océano.

Pero, con ayuda, volví a ver el mundo con otros ojos, a ver la luz donde antes solo había penumbra, a disfrutar del color desordenado y caótico. He aprendido que la vida es una gama infinita de matices, con sus luces y sombras, que va desde el negro más intenso, pasando por los rojos más pasionales, los azules más fríos, los amarillos mas cálidos, los verdes más naturales, los naranjas más otoñales, los morados mas femeninos y los blancos más luminosos, y es que no importa por dónde salga el sol, porque la vida es un inevitable arco iris en días lluviosos, en los que unas veces nos dejaremos impulsar por el albor del color, otras nos dejaremos apaciguar por el calor del sol y otras veces nos dejaremos arrastrar por el declive de las sombras suscitadas por las nubes.

Termino estas palabras escuchando una voz interior que me guía hacia mi cuaderno y hacia mi maravillosa caja de pinturas.