jueves, 27 de julio de 2017

LA SEMILLA

LA SEMILLA





Lara tenía 14 años cuando un día encontró, por casualidad una pequeña semilla brillante cerca de su casa. La recogió para metérsela en el bolsillo y justo en aquel momento la sintió cálida y viva. Pensó en sembrarla dentro de un tarrito de cristal, sentía curiosidad por lo que crecería de aquella minúscula semilla.
Cuando llego a casa se escondió en su cuarto y allí sembró el pequeño granito brillante entre algodones húmedos. Pasaron los días, las semanas y de entre la blanca guata, germinó una pequeña ramita de un color verde esmeralda, tan brillante como la semilla que cautivó a Lara. Cada día crecía un poquito y en pocos meses el tarrito se le quedó pequeño así que la transplantó con muchísimo cuidado a una preciosa maceta.

Con el tiempo Lara descubrió que su preciosa planta no soportaba bien los rayos del sol así que la escondió bajo su cama donde la luz no llegaba y no podría causarle ningún daño. Cada cierto tiempo la regaba y la planta aún brillante y sin flor seguía creciendo. 

Pasó un año y empezaron a salirle pequeñas espinas venenosas apenas apreciables pero que de vez en cuando herían las delicadas manos de Lara. 
Tardó casi dos años en germinar una flor, que enamoró la vista de la ya adolescente muchacha. Era de un intenso color plateado con suaves pétalos  que brillaban debajo de su cama pero pronto aquella preciosa flor empezó a desprender un aroma peculiar, que a veces resultaba incomodo y otras veces era casi inapreciable.

Ya cumplidos los 17, Lara  decidió  sacarla de su habitación y transplantarla a un lugar más amplio y  aireado, pues a pesar de su olor desagradable y sus espinas cada vez  más grandes y molestas,  Lara estaba hipnotizada con ella.

Buscó un lugar oscuro cerca de su casa, un lugar seguro escondido ante la vista de los demás y allí la plantó para cuidarla y admirarla cuando quisiera.
Pasaron los años y lo que fue una pequeña planta se convirtió en un precioso arbusto lleno de flores plateadas, grandes y hermosas pero a pesar de estar al aire libre el olor 
nauseabundo iba en aumento.




Lara había cumplido los 20 años y tan sólo ella sabía de la existencia de su precioso secreto pero durante un tiempo se olvidó de ella, aun estaba hipnotizada pero las visitas se hacían más distantes en el tiempo, ya que comprobó que no necesitaba tantos cuidados, simplemente estaba ahí para ella. Cuanto más la cuidaba más crecía y Lara no quería que se hiciera tan grande que no la pudiera esconder a los ojos de los demás.

Pasaron  los años y su secreto estaba aun seguro. Lara había cumplido ya los 30 y su arbusto se convirtió en un árbol con gruesas ramas llenas de espinas que se clavaban en la fina piel de Lara, dejándole heridas tan profundas que le costaba días sanar y más todavía ocultar. Las flores eran grandes como la palma de su mano pero despedían tal olor que empezaba a ser complicado que la gente no se percatara de ello y decidió rodear el árbol  con lavanda para disimular aquel olor fétido, que  enfermaba a Lara y poco a poco empezó a salir de el encantamiento que le producía su gran  secreto. Aun así cuidó durante unos años más aquel árbol,  como un deber y un hábito que le producía cierta ansiedad y disgusto pues ya le suponía un esfuerzo enfermizo.

Ya con 35 años, su situación era insostenible, le repugnaba acercarse a aquel lugar pero en cierta medida no podía deshacerse de aquel esperpento, lleno de espinas venenosas que infectaban la sangre de Lara, incluso sus antes majestuosas y plateadas flores habían empezado a tener un color oscuro, negro como la noche y sus pétalos suaves, ahora eran asperos y fríos, con un olor putrefacto que le provocaban fuertes dolores de cabeza, mareos y le quitaban las ganas de comer.

Algo le pasaba a Lara y su familia empezó a sospechar que algo escondía, la veían enferma, apática, triste y un día ya no pudo más,  entre lágrimas y avergonzada les enseñó que es lo que había ocultado durante tanto tiempo. Entre todos ayudaron a Lara a deshacerse de aquel venenoso árbol que tanto tiempo y esfuerzo le había arrebatado a lo largo de los años dejándola sin fuerzas y enferma. 

Primero empezaron a arrancar sus  horribles flores para después cortar las fuertes ramas llenas de espinas. Mientras las cortaban, el árbol sangraba el veneno que tantas veces había dañado a Lara. Con gruesos guantes, para protegerse, recogieron las ramas tiradas y junto con el grueso tronco hicieron una gran pira de fuego para asegurarse que no volvería a crecer. Las llamas al principio débiles, ya que la madera se resistía a quemarse, pronto tomaron fuerza y gran altura, de un intenso color rojo y azul, que poco a poco se convirtieron en una pequeña montaña de cenizas que se esparcieron con el viento, alejándose de aquel lugar para siempre.

Aun quedaba el trabajo mas importante, arrancar las viejas raíces que de la pequeña semilla habían brotado. Si las ramas eran gruesas y fuertes las raíces lo eran aun mucho más pero Lara no desesperó en su labor, necesitaba deshacerse de aquello por completo y con la ayuda de su familia y amigos trabajaron durante mucho tiempo para matar la raíz del árbol.

Pasaron meses hasta lograrlo, ya que descubrían nuevas raíces que se aferraban a la tierra e intentaban volver a brotar pero Lara se sentía fuerte y decidida para acabar con aquello. Pasó casi un año hasta conseguirlo definitívamente, dejando un gran agujero donde antes había estado su querido y a la vez odiado árbol.
Con el tiempo, aprendió a vivir sin aquella carga y tan sólo a veces, regresaba a aquel lugar oculto hasta para el sol, ya que echaba de menos las brillantes y plateadas flores pero al ver el gran socavón recordaba de nuevo el dolor que le había causado sus espinas y su olor, era entonces cuando se aseguraba de que no volviera a germinar de nuevo.

Cuando la tierra empezó a sanar, a desintoxicarse, la lavanda,  que un tiempo antes había plantado, cubrió el lugar donde antes había un gran árbol, dejando durante todas las primaveras y veranos, un suave y dulce aroma.

domingo, 23 de julio de 2017

REFLEJOS DEL ATARDECER

REFLEJOS DEL ATARDECER



Como un espejo, el lago de aguas frías, reflejaba las luces del atardecer iluminando la pequeña barca que surcaba las aguas en busca de la captura perfecta. 
En el momento en que el sol estaba apunto de desaparecer, los ojos del joven marinero encontraron por fin lo que tanto había anhelado.
La fotografía perfecta, el colosal árbol descansando bajo sus propios pies, mecido por el ligero movimiento de las olas del lago. 



jueves, 20 de julio de 2017

UN PASEO POR LA PLAYA

UN PASEO POR LA PLAYA



Tras un largo paseo por la orilla de una playa desconocida, el aire frío del atardecer procedente del inmenso océano, le despertó de su letargo.
Las olas se deslizaban suavemente por la fina arena mojando sus pies descalzos. Hechó la vista hacia atras y vio sus como sus pasos, marcados en la arena, iban desapareciendo dejando tan sólo una pequeña huella cubierta de agua.
Miró hacia adelante y se dio cuenta que su camino no estaba marcado, solo él podría elegir por donde ir y mientras el sol desaparecía en el horizonte, volvió a caminar pero esta vez fue consciente de sus pisadas .


martes, 18 de julio de 2017

TALLA DE MADERA

TALLA DE MADERA


 Después de haber pasado la tarde con el Carpintero de Aspurz, me ha picado el gusanillo de la talla y como uno de mis primeros intentos no ha quedado nada mal.

¿Tú que opinas? 


lunes, 17 de julio de 2017

UN TROCITO DE ITALIA

UN TROCITO DE ITALIA

Si, un trocito de Italia está a nuestro alcance, solo hay que saber buscarlo.

En lo alto de un puerto y no Italiano al pie de las montañas, encontramos un pequeño pueblo llamado Bigüezal y que esconde entre sus calles, una pequeña y acogedora pizzeria Italiana regentada por una encantadora pareja: Rodrigo y Raffaella. 

Allí hemos degustado, no una,ni dos, ni tres veces, de hecho ya he perdido la cuenta, unas espectaculares pizzas al más puro estilo italiano.


Masa casera, finísima y de doble fermentación, con productos Italianos y Navarros que han sabido combinar a la perfección, todo ello cocinado en un verdadero horno de leña que le da autenticidad a lo que comemos.


El Dolmen de Faulo tan solo lleva abierto unos años pero ha tenido una gran acogida en toda la zona, incluso hay familias que se acercan desde Pamplona para poder disfrutar de esta experiencia gastronómica .


 Pizza Carbonara, Barbacoa, Vegetal, Mare Monti pero tambien Navarra ( con chistorra), Hongo Beltza y de Jabalí (espectacular). Creo que las he probado todas y no sé con cual me quedaría. 


En la variedad esta el gusto y Rodrigo y Raffaella lo saben, por lo que tienen una amplia carta de pizzas, pizzas blancas, tostadas (espectaculares), ensaladas, con la posibilidad de acompañarlo con vinos Italianos y Navarros.


Yo ya soy fan asidua de El Dolmen de Faulo, no solo por las pizzas y la compañía también por sus creps de nuttella y nata MMMMMMMMM......


No es un restaurante de lujo pero si es muy acogedor y cálido algo que últimamente es difícil encontrar .




Después de una estupenda cena un Domingo de verano, Rodrigo, ya cansado, me contaba que estaba sorprendido y que habían tenido mucha suerte de poder seguir adelante pero en mi opinión la suerte no tiene nada que ver, aquí lo que vale es el trabajo bien hecho, el esfuerzo, la constancia de más de un año aprendiendo a hacer masas auténticas antes de abrir el local y la atención que dan a sus clientes, siempre con tranquilidad, sin prisas y con una sonrisa.

 Enhorabuena y gracias por haberos lanzaros en este proyecto. 

sábado, 8 de julio de 2017

LAVADERO DE ASPURZ 2

LAVADERO DE ASPURZ 2

¿Os acordáis de esto?


Apenas ha pasado algo más de un mes, sin lluvias y con un calor poco habitual en estas  en estas tierra  por estas fechas y me he encontrado esto.



 Diferente, ¿ verdad?
Pero tan mágico como lo anterior. Parece que de las aguas, ahora verdes por las algas, surgirán, en cualquier momento, pequeñas Ninfas aladas para reunirse  tras una pequeña y secreta caverna antiguamente escondida por el caudal del tímido riachuelo. 

miércoles, 5 de julio de 2017

EL CARPINTERO

EL CARPINTERO


Nieto del profesor de Alcoaz, trasladado por ascenso a Aspurz e hijo de carpintero, Patxi, conocido en el valle del Salazar, Roncal y Romanzado como el Carpintero de Aspurz ha cumplido ya los 92 años con una vida de duro trabajo pero la recuerda con alegría e incluso, en algunos momentos, con añoranza pues la carpintería también fue y será su  pasión.

Su infancia , junto a la de sus cuatro hermanas y dos hermanos, la disfrutó en Aspurz, sin las comodidades que ahora damos por supuestas, como la luz y el agua corriente, la cual bajaban a buscar en burro, al hoy restaurado Lavadero, subiendo 40 litros por viaje en el baste. 

Durante los primeros 15 años estudió  junto a sus 39 compañeros en la escuela y recuerda como los pueblos, no hace muchos años, estaban llenos de niños y niñas. Cumplidos los 15 o 16, no sabe muy bien, dejó la escuela para aprender el oficio con su padre, después de perder a su hermano mayor Pedro en la guerra. Fue el momento en el que empezó a formarse , a lo que es mi entender, en un artesano de la madera.

No fueron fáciles sus comienzos, pues aunque había mucho trabajo, no tenían maquinaria  por lo que se hacía todo a mano, desde preparar la madera con el hacha, hasta cepillarla . Tampoco tenían coche, así que cada día cogían sus alforjas llenas de herramientas y se dirigían a pie a cada pueblo, Ustés, Zabalza e incluso Napal, donde Patxi cuenta como una mañana, tras "farrear" toda la noche de fiesta, su padre le esperaba con las alforjas para dirigirse a Napal a una obra. El camino se le hizo largo, sació su sed en los riachuelos del camino y tras llegar, recuerda aquella mañana como especialmente dura hasta la hora del almuerzo que prefirió tumbarse a descansar en la pajera de los bueyes para recobrar fuerzas, sabiendo que su jornada no había terminado.

Con 25 años llego la escasez de trabajo y decidió marcharse a Uztarroz con su bicicleta por mediación de su tío Juan Vera, que era tratante por la zona y había llegado a su conocimiento la necesidad de un aprendiz de carpintero en aquel pueblo. Allí se instaló durante un tiempo con otros carpinteros para aprender a usar maquinaria del gremio, a cambio de 25 pesetas, "jala" y un lugar donde dormir, aunque susurrando me cuenta que allí aprendió poco y enseñó mucho.

Años más tarde, cuando pudo juntar  " cuatro perras" se compró una "moto sin fin" a la que le incorporó un pequeño carrito para llevar las herramientas y  así poder moverse de un lado a otro, mientras María De Alejo, molesta por el ruido, le gritaba "¿ Cuándo se te va a romper esa moto?"

En 1959 se casó con Maria Jesus, hace 58 años, en la Iglesia de San Miguel de Pamplona y durante 16 años vivieron en el Molino de Aspurz, el cual molía 2000 o 3000 kg de cereal procedente de Bigüezal, Zabalza y Adoáin, ya que las aguas invernales hacían funcionar la maquinaria del propio molino.

Allí, nuestro Patxi, el Carpintero, logró instalar un pequeño taller, para trabajar los siguientes años sin descanso, mientras esperaban la llegada de la luz al pueblo y poder transladarse con su familia en la parte alta. Un día, La mala fortuna hizo que mientras arreglaba el tejado del Hostal de Oronz, tuviera un gravísimo accidente y cayera desde gran altura, dejándole secuelas el resto de su vida pero que no le impidieron seguir con su gran afición. Allí "se rompió el Alma", como dice él : un tobillo roto, el talón dislocado, la rodilla aplastada, la pelvis y tres vertebras rotas. Mientras me cuenta esta historia, María Jesús, su fiel compañera, se emociona recordando lo 55 largos días ingresado en San Juan de Dios y los posteriores meses de recuperación.

A pesar de quedarse cojo el resto de sus vida, volvió a la "faena" en cuanto pudo pero también a disfrutaba muchos momentos en familia, como las fiestas de Lumbier, en las que una noche, le avisaron que el molino se estaba quemando. Tan solo ardió el taller pero las llamas arrasaron con lo que tanto le había costado conseguir a Patxi.

Poco después por fin se pudieron instalar en lo alto de Aspurz, en una antigua casa que pertenecía a su padre, hoy irreconocible, ya que cuando se jubiló la renovó por completo.




A lo largo de su matrimonio tuvieron un hijo y dos hijas y Patxi cuenta como esperaba que su hijo mayor siguiera con el oficio, algo que no sucedió pues siguió su propio camino y sus estudios, algo que enorgullece al matrimonio tanto de él como de sus hijas.

Trabajo mucho, repite una y otra vez, desde Aspurz, Ustés, Ezkaroz, Jaurrieta e incluso Burgui pero cuando la cantidad de trabajo descendió por la zona de Roncal y Salazar "entró" a trabajar a Lumbier, recomendado por el pescatero que acudía a los pueblos y lo veía como trabajaba. Allí se corrió rápidamente la voz de que había llegado "un buen carpintero y barato" desde Aspurz y aunque la gente al principio se quedó con lo de barato después todos pudieron disfrutar de su trabajo.

Se ven sus cicatrices, como dice él, igual que todos los carpinteros de su época, manos cepilladas, con alguna uña casi inexistente, incluso con un dedito insensible por los accidentes, unas manos curtidas que les costaron mucho dejar de trabajar porque "no podía quitar a la gente de aquí" y añade de soslayo, que tampoco quería pues le gustaba sentirse activo.



No tuvo aprendiz, apenas uno durante una semana, pero siempre tuvo a su lado a María Jesús , que además de realizar las "faenas" de la casa, criar a tres hijos, también se convirtió en su mano derecha: le llevaba y traía las tablas, le hacía las molduras, amortesaba e incluso descargaba los camiones de madera. Es seguro que ella sabe tanto de carpintería como él.

Ha vivido con mucho trabajo pero también con mucha afición, siempre iba cantando mientras otros iban llorando "Si vas sufriendo al trabajo, mal día vas a pasar" me dice. Pero también contaba con otras aficiones en el poco tiempo libre que tenía, como ir a cazar los Domingos, coger barbos encuevados las noches de verano, recoger setas (aunque su pierna le ha impedido ir más de lo que le gustaría) y por supuesto jugar al mús en la antigüa Taberna y tienda ,  desaparecida hace tiempo, que cubría las necesidades de los 260 habitantes, reducidos hoy a casi una docena.

Apenas han salido de tierras Navarras, tan sólo Galicia, Fuengirola, Benalmádena y alguna excursión más pero sus ojos reflejan mil experiencias. Le habría gustado tener más tiempo para dedicarse a la talla y recuerda con gran cariño y orgullo especialmente, lo que debe ser una preciosa puerta con perrotes y una espiga de trigo tallada (dibujada por su hija María Ángeles) que le encargó un matrimonio de Bigüezal que se iba a instalar en Barcelona.

Ahora "se le han presentado los 92 años y medio sin darse cuenta" , tiene tiempo pero sus manos ya no le siguen como antes, es el momento de "quedarse quieto en casa, ya no le apena no trabajar" pues puede disfrutar de sus tres nietas y dos nietos, ya mayores, de pequeñas siestas que nunca pudo echar y de la compañía de María Jesús que siempre está a su lado para cuidarle y mimarle.

A pesar de sus achaques y sus "males", Patxi, El Carpintero,  tiene su puerta abierta para  quién quiera sentarse a su lado a contarle una gran historia plasmada en muchas de las casas que nos rodean.





(En el caso de que alguien quiera aportar fotografías de trabajos realizados por Patxi, el Carpintero de Aspurz, puede enviarlas a lucecitalutxilu@gmail.com, seran puestas en esta misma publicación) :