EL CARPINTERO
Nieto del profesor de Alcoaz, trasladado por ascenso a Aspurz e hijo de carpintero, Patxi, conocido en el valle del Salazar, Roncal y Romanzado como el Carpintero de Aspurz ha cumplido ya los 92 años con una vida de duro trabajo pero la recuerda con alegría e incluso, en algunos momentos, con añoranza pues la carpintería también fue y será su pasión.
Su infancia , junto a la de sus cuatro hermanas y dos hermanos, la disfrutó en Aspurz, sin las comodidades que ahora damos por supuestas, como la luz y el agua corriente, la cual bajaban a buscar en burro, al hoy restaurado Lavadero, subiendo 40 litros por viaje en el baste.
Durante los primeros 15 años estudió junto a sus 39 compañeros en la escuela y recuerda como los pueblos, no hace muchos años, estaban llenos de niños y niñas. Cumplidos los 15 o 16, no sabe muy bien, dejó la escuela para aprender el oficio con su padre, después de perder a su hermano mayor Pedro en la guerra. Fue el momento en el que empezó a formarse , a lo que es mi entender, en un artesano de la madera.
No fueron fáciles sus comienzos, pues aunque había mucho trabajo, no tenían maquinaria por lo que se hacía todo a mano, desde preparar la madera con el hacha, hasta cepillarla . Tampoco tenían coche, así que cada día cogían sus alforjas llenas de herramientas y se dirigían a pie a cada pueblo, Ustés, Zabalza e incluso Napal, donde Patxi cuenta como una mañana, tras "farrear" toda la noche de fiesta, su padre le esperaba con las alforjas para dirigirse a Napal a una obra. El camino se le hizo largo, sació su sed en los riachuelos del camino y tras llegar, recuerda aquella mañana como especialmente dura hasta la hora del almuerzo que prefirió tumbarse a descansar en la pajera de los bueyes para recobrar fuerzas, sabiendo que su jornada no había terminado.
Con 25 años llego la escasez de trabajo y decidió marcharse a Uztarroz con su bicicleta por mediación de su tío Juan Vera, que era tratante por la zona y había llegado a su conocimiento la necesidad de un aprendiz de carpintero en aquel pueblo. Allí se instaló durante un tiempo con otros carpinteros para aprender a usar maquinaria del gremio, a cambio de 25 pesetas, "jala" y un lugar donde dormir, aunque susurrando me cuenta que allí aprendió poco y enseñó mucho.
Años más tarde, cuando pudo juntar " cuatro perras" se compró una "moto sin fin" a la que le incorporó un pequeño carrito para llevar las herramientas y así poder moverse de un lado a otro, mientras María De Alejo, molesta por el ruido, le gritaba "¿ Cuándo se te va a romper esa moto?"
En 1959 se casó con Maria Jesus, hace 58 años, en la Iglesia de San Miguel de Pamplona y durante 16 años vivieron en el Molino de Aspurz, el cual molía 2000 o 3000 kg de cereal procedente de Bigüezal, Zabalza y Adoáin, ya que las aguas invernales hacían funcionar la maquinaria del propio molino.
Allí, nuestro Patxi, el Carpintero, logró instalar un pequeño taller, para trabajar los siguientes años sin descanso, mientras esperaban la llegada de la luz al pueblo y poder transladarse con su familia en la parte alta. Un día, La mala fortuna hizo que mientras arreglaba el tejado del Hostal de Oronz, tuviera un gravísimo accidente y cayera desde gran altura, dejándole secuelas el resto de su vida pero que no le impidieron seguir con su gran afición. Allí "se rompió el Alma", como dice él : un tobillo roto, el talón dislocado, la rodilla aplastada, la pelvis y tres vertebras rotas. Mientras me cuenta esta historia, María Jesús, su fiel compañera, se emociona recordando lo 55 largos días ingresado en San Juan de Dios y los posteriores meses de recuperación.
A pesar de quedarse cojo el resto de sus vida, volvió a la "faena" en cuanto pudo pero también a disfrutaba muchos momentos en familia, como las fiestas de Lumbier, en las que una noche, le avisaron que el molino se estaba quemando. Tan solo ardió el taller pero las llamas arrasaron con lo que tanto le había costado conseguir a Patxi.
Poco después por fin se pudieron instalar en lo alto de Aspurz, en una antigua casa que pertenecía a su padre, hoy irreconocible, ya que cuando se jubiló la renovó por completo.
A lo largo de su matrimonio tuvieron un hijo y dos hijas y Patxi cuenta como esperaba que su hijo mayor siguiera con el oficio, algo que no sucedió pues siguió su propio camino y sus estudios, algo que enorgullece al matrimonio tanto de él como de sus hijas.
Trabajo mucho, repite una y otra vez, desde Aspurz, Ustés, Ezkaroz, Jaurrieta e incluso Burgui pero cuando la cantidad de trabajo descendió por la zona de Roncal y Salazar "entró" a trabajar a Lumbier, recomendado por el pescatero que acudía a los pueblos y lo veía como trabajaba. Allí se corrió rápidamente la voz de que había llegado "un buen carpintero y barato" desde Aspurz y aunque la gente al principio se quedó con lo de barato después todos pudieron disfrutar de su trabajo.
Se ven sus cicatrices, como dice él, igual que todos los carpinteros de su época, manos cepilladas, con alguna uña casi inexistente, incluso con un dedito insensible por los accidentes, unas manos curtidas que les costaron mucho dejar de trabajar porque "no podía quitar a la gente de aquí" y añade de soslayo, que tampoco quería pues le gustaba sentirse activo.
No tuvo aprendiz, apenas uno durante una semana, pero siempre tuvo a su lado a María Jesús , que además de realizar las "faenas" de la casa, criar a tres hijos, también se convirtió en su mano derecha: le llevaba y traía las tablas, le hacía las molduras, amortesaba e incluso descargaba los camiones de madera. Es seguro que ella sabe tanto de carpintería como él.
Ha vivido con mucho trabajo pero también con mucha afición, siempre iba cantando mientras otros iban llorando "Si vas sufriendo al trabajo, mal día vas a pasar" me dice. Pero también contaba con otras aficiones en el poco tiempo libre que tenía, como ir a cazar los Domingos, coger barbos encuevados las noches de verano, recoger setas (aunque su pierna le ha impedido ir más de lo que le gustaría) y por supuesto jugar al mús en la antigüa Taberna y tienda , desaparecida hace tiempo, que cubría las necesidades de los 260 habitantes, reducidos hoy a casi una docena.
Apenas han salido de tierras Navarras, tan sólo Galicia, Fuengirola, Benalmádena y alguna excursión más pero sus ojos reflejan mil experiencias. Le habría gustado tener más tiempo para dedicarse a la talla y recuerda con gran cariño y orgullo especialmente, lo que debe ser una preciosa puerta con perrotes y una espiga de trigo tallada (dibujada por su hija María Ángeles) que le encargó un matrimonio de Bigüezal que se iba a instalar en Barcelona.
Ahora "se le han presentado los 92 años y medio sin darse cuenta" , tiene tiempo pero sus manos ya no le siguen como antes, es el momento de "quedarse quieto en casa, ya no le apena no trabajar" pues puede disfrutar de sus tres nietas y dos nietos, ya mayores, de pequeñas siestas que nunca pudo echar y de la compañía de María Jesús que siempre está a su lado para cuidarle y mimarle.
A pesar de sus achaques y sus "males", Patxi, El Carpintero, tiene su puerta abierta para quién quiera sentarse a su lado a contarle una gran historia plasmada en muchas de las casas que nos rodean.
(En el caso de que alguien quiera aportar fotografías de trabajos realizados por Patxi, el Carpintero de Aspurz, puede enviarlas a lucecitalutxilu@gmail.com, seran puestas en esta misma publicación) :
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