jueves, 17 de enero de 2019

CALMA

CALMA

Apenas hay luz en la habitación, el ambiente es fresco y el silencio lo cubre todo.
Sentada sobre el piso me acomodo, cierro los ojos con suavidad buscando un lugar en mi interior. Es el momento.

Inspiro, me lleno.
El aire frío, limpio, entra con fuerza en los pulmones, elevando mi esternón. El pulso del corazón es veloz pero rítmico y siento como la sangre corre por mis venas ligera. Noto cada terminación nerviosa de la piel y el peso de mi cuerpo. Soy consciente de la tensión de cada músculo, de los brazos, espalda y cuello. Mi mandíbula se cierra con fuerza y mi lengua roza el paladar.

Espiro, me vacío.
Pierdo la tensión de los músculos, mi cuerpo se relaja. Siento el cuerpo ligero como una pluma que baila al son del viento. El latido se vuelve lento, pausado y dejo mi mente libre. Dejo de percibir el mundo.

Inspiro, espiro, respiro
Calma.

MENTIRAS

MENTIRAS:


Hace un tiempo me contaron una mentira, pequeña, menuda, apenas visible al ojo humano, tan rápida que se me escapó de las manos y fue a esconderse a mi armario. Tan chiquita que no le presté atención e hice como si no existiera y entonces una segunda mentira surgió de la nada para correr junto a la primera. Allí se escondieron las dos, unidas, entre mis vestidos, camisas y abrigos más cálidos. Allí se aposentaron la mentira que me contaron y la que me conté yo para vivir al abrigo de la oscuridad, alimentándose de mis pertenencias más personales. Como las cucarachas, empezaron a llegar más mentiras, engaños y falsos secretos que se colaban por la cerradura, mientras yo miraba hacia otro lado. Fueron tantas y se hicieron tan grandes que después de un tiempo las puertas cedieron para dejar salir aquel enjambre de desengaños. En ese momento abrí los ojos para descubrir que todas ellas se habían alimentado de toda mi ropa, dejándome desnuda ante mi misma y ante el mundo. Ya no me quedaba nada con qué cubrirme, así que decidí dejar las puertas abiertas de mi armario para que todo lo que quiera entrar también pueda salir, para dejar que  luz cubra las sombras y para poder ver aquello que no es cierto.

Después de limpiar mi armario de los despojos, me fui de rebajas para comprarme nuevos vestidos, camisas y abrigos.

sábado, 5 de enero de 2019

VERBO

VERBO

En la noche quise que estuvieras junto a mi, cogiendome la mano, acariciando mi cabello despeinado y susurrandome al oído cuánto me querías.
En la noche intuí que estabas junto a mi, cogiendome la mano, acariciando mi cabello despeinado y susurrandome al oído cuánto me querías.
En la noche soñé que estabas junto a mi, cogiendome la mano, acariciando mi cabello despeinado y susurrandome al oído cuánto me querías.
En la noche creí que estabas junto a mi, cogiendome la mano, acariciando mi cabello despeinado y susurrandome al oído cuánto me querías.
En la noche pensé que estabas junto a mi, cogiendome la mano, acariciando mi cabello despeinado y susurrandome al oído cuánto me querías.
En la noche dudé que estuvieras junto a mi, cogiendome la mano, acariciando mi cabello despeinado y susurrandome al oído cuánto me querías.
En la noche supliqué que estuvieras junto a mi, cogiendome la mano, acariciando mi cabello despeinado y susurrandome al oído cuánto me querías.
En la noche descubrí que estabas junto a mi, cogiendome la mano, acariciando mi cabello despeinado y susurrandome al oído cuánto me querías.
En la noche supe que estaba junto a mi, cogiendome la mano, acariciando mi cabello despeinado y susurrandome al oído cuánto me querías.
En la noche comprobé que estuvieras junto a mi, cogiendome la mano, acariciando mi cabello despeinado y susurrandome al oído cuánto me querías.
En la noche me aseguré que estuvieras junto a mi, cogiendome la mano, acariciando mi cabello despeinado y susurrandome al oído cuánto me querías.
En la noche agradecí que estuvieras junto a mi, cogiendome la mano, acariciando mi cabello despeinado y susurrandome al oído cuánto me querías.
En la noche, después de querer, intuir, soñar, creer, pensar, dudar, suplicar, descubrir, saber, comprobar, asegurarme y agradecer, abrí los ojos y la realidad me mostró que era de día.