martes, 20 de marzo de 2018

CAPITULO 3

CAPITULO 3

 Cuando ya no tuvo más lágrimas, retomó el camino de vuelta a su casa, nuevamente le sorprendió que su cuerpo le reclamara alimento, a pesar de las circunstancias no había perdido el apetito. Entró en un pequeño bar, la luces seguían encendidas, las mesas limpias y vacías, en el mostrador una taza de café frío y un cruasán seco. Alex pasó al otro lado del mostrador con miedo a que alguien le pillara y ese pensamiento le hizo reír, al principio tímidamente pero en pocos segundos acabó riéndose a carcajadas, como hacía tiempo no lo hacía. Consiguió animarse un rato y se preparó un buen desayuno con lo que encontró. Un café bien cargado, notaba como en cualquier momento el cansancio y el sueño le vencería, un zumo de naranja enorme y un cruasán algo seco pero que mojo en el café y comió con avidez. Llegado el momento de marcharse, rebuscó entre sus bolsillos dinero para pagar y cayó en la cuenta que no lo necesitaba y una idea empezó a germinar en su mente. Ya no necesitaba dinero, no había que pagar facturas, ni hipoteca, ni comida, ahora tan sólo era papel con el que incluso podría hacer una hoguera o simplemente limpiarse el culo en caso de necesitarlo, la cuestión era que si no necesitaba dinero tampoco necesitaba trabajar ¿ Para quién y para qué?. ¿ Qué haría entonces? ¿Deambular por las calles hasta morirse de aburrimiento y soledad? ¿ Correr y gritar hasta perder la voz y la razón ? .... Preguntas y más preguntas, todas acababan igual ¿ Qué vas ha hacer Alex ? Sólo encontró una respuesta : Lo que quieras. Y aquel pensamiento se instauró en su cabeza, podía y debía hacer lo que quisiera. Lo que nunca antes pudo hacer porque no tenía tiempo, como leer, pintar, dormir, tumbarse al sol, lo que nunca antes pudo hacer porque tenía vergüenza como cantar por la calle o salir en pelotas los calurosos días de verano, lo que nunca pudo hacer antes y siempre había soñado porque no tenía dinero, como viajar, conocer el mundo, visitar magníficas playas de color turquesa, mojarse bajo la lluvia del monzón, ver las grandes urbes y los pueblos perdidos. Justo en aquel momento pasaba por delante de una agencia de viajes, en el escaparate había una vieja bola del mundo y un cartel en el que se podía leer: ¿ Quieres conocer el mundo?. Sí, fue su respuesta mental. Por unas horas se dedicó a mirar guías, panfletos, rutas y también por unas horas se olvidó de su soledad. Su mente hasta ahora desbordada, desesperada y abatida comenzó a maquinar rápidamente, Alex había encontrado un objetivo que de nuevo le había dado esperanzas. Recorrería el mundo hasta donde pudiera llegar, disfrutaría de aquella oportunidad e igual con suerte no sería la única persona en el mundo.

Así es como salió de su casa aquella mañana, con la desesperación y el miedo cmo compañía, posiblemente como la única persona en el mundo y regresó con esperanza e ilusión. Alex era bastante racional, no era una persona que se dejara llevar por impulsos así que decidió meditar durante unos días aquella locura, todavía esperaba que de un momento a otro o de un día a otro, reapareciera todo el mundo, tal como habían desaparecido. Pasó una semana en la que Alex había empezado a asimilar que nadie vendría en su busca y era el momento de ponerse en marcha.
Pasaba los días callejeando, entrando y saliendo de tiendas, almacenes, restaurantes, bares, peluquerías, supermercados, incluso daba de comer a una cantidad ingente de animales domésticos, perros, gatos, hurones que se habían encontrado con la libertad y no sabían muy bien que hacer con ella, pero durante las noches el silencio y el miedo seguían acosándole.
No esperó mucho más para hacer una lista de las cosas que necesitaría, lugares que quería visitar y cosas que quería hacer, intentó planificar el inició de aquel viaje que probablemente sería sin retorno. Tenía todo lo que necesitaba y lo que quisiese a su alcance y decidió no privarse de lujos y caprichos.
Un Martes, tal vez un Miércoles, Alex empezaba a perder la noción de los días, salió de su apartamento, cerró la puerta con una llave que dejó debajo de felpudo y con un rotulador escribió en la puerta un mensaje con su nombre y al verlo, intentó  hacer memoria de cuándo había sido la última vez que alguien le había llamado por su nombre completo, nunca había entendido porqué o quién fue el primero en cambiárselo, debió de ser hace muchos años porque no lo recordaba pero al verlo escrito allí le pareció el más bonito el mundo : - Alexandra vive.
Así es como Alex, Alexandra no sólo recuperó su nombre sino que también tomó un nuevo camino hacia su futuro.

Continuará. ..

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