sábado, 18 de noviembre de 2017

NAHIA Y EL LOBO

NAHIA Y EL LOBO


Había una vez un lobo muy hambriento que vivía en un gran bosque en el que apenas había nada para alimentarse. El lobo era temido en todas las casas del pueblo cercano, pues robaba gallinas, cerdos y corderos para alimentarse.

Un día que el lobo buscaba algo que comer, sintió un gran dolor en una de sus patas. Había caído en una trampa del cazador del pueblo. El lobo aulaba, gritaba y lloraba de dolor.

De pronto, pasó por allí una niña llamada Nahia que iba a ver a su abuelita. Nahia al ver al lobo tan dolorido quiso ayudarle y aunque tenía miedo, pues había oído toda clase de historias sobre aquel lobo, se acercó y lo soltó de la trampa del cazador.

El lobo se levantó y comenzó a lamer su patita herida mientras miraba a Nahia con gratitud. Poco a poco se adentró en el bosque sin dejar de mirar a la pequeña niña.

Nahia siguió su camino, pero al haberse entretenido no se dio cuenta de lo tarde que era y se perdió en el gran bosque. Nahia estaba muy triste y asustada.

La abuelita de Nahia al darse cuenta que no llegaba a casa, empezó a temerse lo peor. Avisó a la mamá de la niña y a los vecinos del pueblo. A media noche buscaban a Nahia desesperadamente por el bosque, pues pensaban aterrados que el lobo podría habérsela comido.

El lobo que seguía dolorido , escuchó lo que estaba ocurriendo. Se acordó de la ayuda que le brindó Nahia y buscó a la pequeña niña por el gran bosque hasta que la encontró acurrucada entre los helechos.

El lobo se acercó a Nahia y lamió su fría cara. La niña siguió al lobo hasta las afueras del gran bosque donde estaba su madre y su abuelita.

Desde aquel día, el lobo acompaña a Nahia por el gran bosque hasta la casa de su abuelita y la pequeña niña da de comer al lobo, que desde aquel momento dejó de ser un lobo hambriento.

















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