lunes, 2 de octubre de 2017

CUEVA DEL MORO

CUEVA DEL MORO:


Hoy traigo una ruta bastante interesante que personalmente me gusta hacer todos los años si es posible.
Como el día no acompañaba mucho hemos decidido acercarnos a la cueva del Moro de Navascués, a la que se accede desde la Foz de Benasa desde un pequeño pero empinado sendero en la margen izquierda del barranco de la foz.



Esta cueva tiene un fácil acceso, la cual parece haber estado bloqueada durante un tiempo por rocas superpuestas.





No tiene mucha dificultad, ya que tiene una gran galería general de unos 450 metros y suelo arenoso que forman diversas cámaras que superan los 5 metros de altura y en los que se puede permanecer de pie, comunicadas por pasos y tramos bajos y bastante estrechos en los que hay que arrastrarse.



Aunque la cueva no es peligrosa hay que adoptar ciertas medidas de precaución ante resbalones, torceduras o golpes en la cabeza.

En uno de los pasos estrechos, encontramos un pozo muy estrecho de unos 8 o 10 metros que comunica con un segundo piso de unos 250 metros al que no hemos podido acceder pero que investigando un poco por la red he descubierto que tiene zonas vadosas, laminadores y una pequeña corriente de agua que acaba en un sifón. Suena interesante.

Siguiendo por la galería principal, llegamos a una cámara con una cuesta empinada y bastante resbaladiza, en la que aconsejo llevar cuerdas y material para la subida, ya que la caída puede ser peligrosa.
La zona final de la galería es la más húmeda en la que existen varios gours de agua, en mi opinión la zona más bonita.

Podemos encontrar pequeñas estalactitas y estalagmitas, de las cuales, sobre todo las que fueron más largas están arrancadas. Una pena...


Arqueológicamente, la parte de la entrada es la más interesante, ya que en la Edad de Bronce fue utilizada como cueva funeraria, todavía se pueden encontrar huesos en alguna de sus cámaras y en el Neolítico como lugar de habitación, incluso se ha llegado a utilizar como simple refugio de pastores y cazadores.


Su nombre, seguramente, viene de la creencia de que los restos humanos eran de moros, ya que hace décadas era habitual que el saber popular atribuyera ruinas y hallazgos de tiempos pasados a los mahometanos.

Una ruta corta e interesante para un día de Otoño algo lluvioso,  en el que se puede estar a cubierto descubriendo otro mundo bajo nuestros pies. 

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