jueves, 11 de enero de 2018

EL ÁRBOL DE LA VIDA

EL ÁRBOL DE LA VIDA


Cuenta una leyenda, que una suave ráfaga de viento transportaba en su aliento una pequeña semilla a la que acunaba mientras permanecía dormida, buscando un lugar donde depositarla, buscando un hogar para tan preciado tesoro y fue entonces cuando llegando al Valle del Salazar encontró una preciosa selva donde la dejó al abrigo de sus congéneres. El rico suelo fértil la acogió entre sus brazos y la cubrió con un manto hasta que se despertó. Allí, la pequeña semilla germinó durante una primavera, sus raíces crecieron fuertes hacia el interior, buscando la seguridad de la Madre Tierra y poco a poco, un tallo creció sobre un manto de hojas, al principio débil, frágil, pero la Selva le protegía de los fuertes temporales que habrían acabado con la vida de aquel pequeño ser y con el tiempo creció fuerte, sano y recto. 
Nada impidió que sus ramas se alzaran, cada una de ellas buscando el camino hacia la luz y aunque algunas se rompieron, el árbol logró un gran esplendor. Durante siglos cobijó entre sus frondosas ramas a miles de aves, a su sombra descansaban los ciervos, de sus frutos se alimentaban los jabalíes y en su interior las ardillas encontraron refugio en los duros inviernos.
Fue un gran árbol que nada pudo destruir y allí se encuentra todavía, escondido en la Selva de Irati. El tiempo le ha hecho sabio y aunque ya es anciano, sigue siendo fuerte, sigue estando vivo para dar abrigo a las pequeñas semilla que las suaves ráfagas de viento lleva hasta sus pies.









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