domingo, 2 de abril de 2017

LEYENDA

EN EL BOSQUE :


Había una vez un hermoso mundo donde crecían fuertes y altos árboles que formaban inmensos bosques y selvas, donde había un gran número de animales que luchaban por sobrevivir, donde los océanos y mares se perdían en el horizonte  y donde vivían también los seres humanos, que se creían los dueños de aquel precioso mundo al que maltrataban y  explotaban sin pensar  que sus actos condenaban su propia existencia, pues si la preciada tierra moría su extinción sería inminente. 
El ser humano había olvidado como vivir en armonía con la madre naturaleza y se refugiaba en grandes urbes, en  las que corrían  de un lado a otro sin parar, a cambio tan sólo de pequeños trozos de papel procedentes de los desforestados bosques. 
En una de esas ciudades, vivía una mujer que inmersa en todo aquel ir y venir había olvidado que el tiempo corría en su contra, los días, los meses y los años pasaban y ella se iba consumiendo poco a poco. 
Por las noches soñaba con verdes campos repletos de flores, con ríos de agua clara donde bañarse bajo un cielo limpio y  sentir la tierra bajo sus pies descalzos mientras descansaba bajo la luna y las estrellas. En sus sueños oía al canto de los pájaros, saboreaba los frutos que la tierra le ofrecía y olía el aroma fresco del aire que mecía su cabello.

Un día, al mirarse al espejo vió que sus cabellos castaños habían sucumbido al paso de los años y ahora eran de un color plateado, sus ojos azules llenos de vida habían perdido su brillo, su rostro ya no era de porcelana como antaño, su piel era rugosa y áspera. Se dió cuenta de que aquel no era su lugar y sin pensarlo dos veces salió de su casa con lo puesto. 

Dejo atrás las oscuras colmenas de hormigón, los ríos de asfalto, el sonido de los motores y el sabor amargo de aquel aire impuro. No sabía cual sería su destino pero sus pies no se sentían cansados, su corazón latía con fuerza y en su rostro se había dibujado una sonrisa. 
Caminó y caminó hasta que  perdió tras su espalda los últimos resquicios del ser humano . Abandonó sus zapatos desgastados y se interno en el bosque más hermoso que jamás pudo imaginar, siguió sin ningún camino establecido hasta la orilla de un enfurecido río y allí en un pequeño claro iluminado por los cálidos rayos del atardecer contempló como poco a poco la luna despertaba de su letargo diurno y en aquel momento el cansancio se adueño de la mujer de cabellos plateados. 
Se tumbó sobre un manto de hierba y dejó que el silencio le diera la mano para llevarla al mundo  de las quimeras.

Se sumergió en un largo y placentero sueño  mientras su cuerpo echaba raíces en aquel claro del bosque,


 su piel se endureció hasta convertirse en una gruesa corteza que protegería su cuerpo de las inclemencias del tiempo, 


su pecho se abrió para dar cobijo a las aves al calor de su corazón,


sus brazos se convirtieron en fuertes ramas en las que los pájaros cantores pudieron anidar, 


su cabello plateado hondeó al viento como  las hojas que caen en otoño 


Y tras su nuevo renacer vivió eternamente como había soñado.




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