Debido a la profesión que he ejercido durante los últimos 12 años como Educadora Infantil, he procurado que los niños y niñas aprendieran a través del la curiosidad que generaba el experimentar, el descubrir, el probar, el equivocarse y el de lograr. Es más fácil aprender a levantarse cuando uno ya se ha caído, que hacerlo cuando no se ha tenido la oportunidad de levantarse uno solo. Una vez que somos adultos muchas veces olvidamos lo divertido que fue probar cosas nuevas, tal vez por miedo al fracaso o tal vez porque ya no tenemos tiempo.
Yo recomiendo firmemente que recordéis aquel niño o niña curioso que érais y volváis a jugar, a experimentar sin juzgaros a vosotros mismos. Volver a saltar a la cuerda, jugar a pillar, pintar con ceras o con los dedos, hacer una máscara de escayola, salir al campo a recoger flores y secarlas, manipular plastilina y arcilla, recortar y romper trozos de periódico, comer de nuevo peta zetas, etc... Como experiencia propia puedo decir que es muy catártico: ayuda a combatir el estrés, a fomentar la imaginación y creatividad, algo que muchas veces como adultos no nos permitimos y por supuesto es muy divertido.
Yo recomiendo firmemente que recordéis aquel niño o niña curioso que érais y volváis a jugar, a experimentar sin juzgaros a vosotros mismos. Volver a saltar a la cuerda, jugar a pillar, pintar con ceras o con los dedos, hacer una máscara de escayola, salir al campo a recoger flores y secarlas, manipular plastilina y arcilla, recortar y romper trozos de periódico, comer de nuevo peta zetas, etc... Como experiencia propia puedo decir que es muy catártico: ayuda a combatir el estrés, a fomentar la imaginación y creatividad, algo que muchas veces como adultos no nos permitimos y por supuesto es muy divertido.
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