Pieza
Sobre la mesa tengo mi última adquisición, un puzle de una tupida
selva, de altos árboles, donde parecen morar antiguas almas sobre sus copas en
forma de verdes y grandes hojas. Un denso manto de musgo protege los robustos y
viejos troncos que se elevan ocultando el propio cielo. Los helechos crecen
desordenados sobre la tierra húmeda preservando un fino sendero que se pierde
entre las frondas.
Al abrir la caja, se desprende un aroma a papel y cartón inmaculado
entre un millar de piezas que deben encajar a la perfección. Limito poco a poco
el rompecabezas buscando las esquinas y los bordes, para que no se me escape
nada, intento ordenar de alguna manera la anarquía entre una maraña de recortes
que en principio parecen inconexos. Y comienza el frenesí por casar cada una de
ellas, buscando en el ejemplo el lugar correcto.
La tarea se me hace liviana, incluso de cierta manera
relajante, porque todo cuadra al milímetro, descubriendo ante mis ojos parte de un bosque verde y vivo.
Pasan las horas, pasan los días y la cantidad de piezas va
disminuyendo, igual que la calma que sentía. Me asaltan las dudas con la idea
de que falte alguna pieza, tengo sentimientos encontrados por querer
finalizarlo y por volver a relajarme como en los primeros días, pero no tengo
la voluntad de comenzar de nuevo, no después de tantas horas invertidas.
Continuo inquieta hasta que me queda por colocar una sola
pieza cerca del margen izquierdo y se me escapa un suspiro de alivio cuando la
sostengo en mi mano.
Pero la siento diferente, más gruesa, más grande, incluso de
tonalidades y colores discordes. En mi intento por cuadrarla descubro asombrada,
incluso un poco aliviada que no encaja. La miro, giro, la palpo y claramente
esta pieza está fuera de lugar y aun así insisto en embutirla una y otra vez. Tal
vez si la recorto un poquito y la pinto como las demás, se ajusta, no se nota y
por fin consigo terminar con lo que ahora considero un tedioso y estresante
pasatiempos. Pero no encaja ni con maña, ni con saña, simplemente no se ajusta.
Me olvido del mi fastuoso puzle para abstraerme con esta simple pieza, pequeña pero no lo suficiente, capaz de abarcar casi todos los colores de forma caótica pero hermosa, la pieza de mi propio puzle infinito, diferente y libre que simplemente no tiene por qué encajar.