PIES DESCALZOS
Con los pies descalzos sobre el
asfalto, pasos lentos pero firmes, la carga sobre mi espalda me impide avanzar.
Una mochila que pesa demasiado, repleta de risas, ilusiones y recuerdos,
mezclada con mentiras y traiciones que dejan un corazón roto en mil pedazos.
Aún así no cejo en mi empeño, me levanto una y otra vez, pero estoy cansada de
tropezar, de caer y de los obstáculos, de ir contra el viento, de no aligerar
mi carga, porque en realidad no quiero perder nada, no aspiro a sentir la
ausencia, pero, sobre todo, hoy no me apetece ser la mujer fuerte, valiente,
guerrera y luchadora de ayer. Hoy solo se me antoja ver amanecer
tras las montañas, escuchar el sonido del viento meciendo las ramas de los
árboles, oler el aroma del agua que fluye río abajo y ver las nubes deslizarse
sobre mi cabeza. Hoy ansío escuchar el silencio de mi garganta mientras los pájaros
cantan. No espero sorpresas, ni cambios, ni aprender del dolor de mi espalda,
hoy solo quiero mi paz, para mañana tener fuerza para continuar mi camino con
la esperanza de que mi carga se haya aliviado.
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