¿ENCARCELADOS?
A día de
hoy y sorprendentemente a nivel mundial, nos encontramos ante una surrealista
situación de confinamiento para intentar frenar la propagación de un enemigo
casi invisible. Cada día leo y escucho en redes sociales, en canales de comunicación,
como algunos y algunas se quejan de sentirse enjaulados, encarcelados en sus
propias casas, por el simple hecho de no poder salir a la calle durante uno o
dos meses, tal vez menos, tal vez más, pero en definitiva un tiempo
relativamente corto.
Este
escenario nos ha obligado a la gran mayoría a parar “de golpe”, aunque aún
tenemos la suerte de tener valientes en primera línea, como sanitarios,
transportistas, servicios de limpieza y alimentación, voluntarios, fuerzas del
orden, etc… Nos encontramos de repente enclaustrados con nuestros propios
pensamientos, emociones y con nuestra soledad. Desde la mía propia, os animo a
todos y a todas, a aprovechar la oportunidad única que se nos brinda para
conocernos mejor, para dejar de pensar como borregos y empezar a pensar como
personas únicas, a hacer un ejercicio de introspección, una autocrítica,
constructiva, para que en el futuro cercano, seamos una versión mejorada de lo
que ya éramos. Quisiera empujaros a que disfrutar de la soledad, compañera de la
creatividad, la imaginación y la creación, de la música, la pintura, la
costura, la lectura, la poesía, en definitiva, de todas las formas de expresión
artística propias de cada uno, tan poco valoradas hasta ahora y que se están
convirtiendo en el impulso y la alegría de cada tarde. Abramos y salgamos a las
ventanas no solo a aplaudir, sino también a escuchar el silencio, el sonido de
la naturaleza, a recrearnos con la visión de las estrellas, ahora que podemos.
Estrechemos lazos a través de las ventanas con los vecinos, a aquellos que
nunca conocimos, hablemos con nuestras familias, amigos y los compañeros a las
que tanto deseamos abrazar, valoremos lo que no sabíamos que teníamos.
Disfrutemos
de nuestras casas, cambiemos las cosas de sitio, ordenemos nuestras jaulas de
oro para convertirlas de nuevo en hogares. Descansemos de las prisas, el
estrés, durmamos de nuevo a pierna suelta, juguemos a las cartas, recreémonos y
saboreemos la comida…
Seamos
realistas y responsables, pero también positivos. Guardemos la esperanza de no
volver a la normalidad, a la mediocridad, aprendamos grandes lecciones de vida,
saquemos lo mejor de cada uno, porque pronto, muy pronto nos volveremos a
abrazar.