VIDAS PASADAS
En una de las últimas tardes de
invierno, cuando el sol desaparece tras las montañas del Valle del Almiradío, y
el frío regresa escondido entre las sombras, una chispa se convierte en llama
bajo los troncos secos de un haya, creando luces cálidas de fuego en mi salón.
La sangre retorna a mis manos y
mejillas y el calor primitivo del hogar se cuela entre mis doloridos huesos.
Sentada en una butaca no puedo dejar de admirar una antigua danza, un baile a
ritmo de susurros y chisporroteos. Poco a poco las llamas dejan paso a las brasas y
cenizas, que me hechizan, arrastrándome a sueños de fuego de una vida pasada, en
la que el calor de una hoguera se convierte en un infierno bajo mis pies, tan solo
por ser una mujer sabia, por querer se una mujer libre, una sorgina decían.
Entre sudores y delirantes
pesadillas, regreso con el sabor a pira todavía en mi boca, despierto frente a
la lumbre que pide otra astilla más, en pos de avivar su fortaleza para
hipnotizarme de nuevo, transportándome a delirantes y trastornadas vidas
pasadas.
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