JUEGO DE NIÑOS:
El teléfono escacharrado, el teléfono
estropeado,
un juego de niños en las tardes de
verano,
bajo la sombra de un antiguo nogal,
un círculo cerrado, un corro sonoro
de risas y carcajadas,
una simple palabra corre entre oídos
y voces,
incomprensible para unos,
impronunciables para otros.
Y el mundo deja de girar para los
infantes
entre susurros, murmullos y
risotadas.
Lo que comienza con un inocente
vocablo,
sigue su camino para convertirse en
algo ininteligible.
Pero se pierde la ingenuidad y la
sencillez de los chavales
en el pasar de la vida,
los niños crecen y aquel pasatiempo
inocente deja de serlo,
para tornarse en rumores, cotilleos y
malentendidos,
resguardados y ocultos entre las
esquinas y rincones.
Lo que fue recreo y diversión
se transfigura en mentiras, dolor y
sufrimiento,
en enemistades y sospechas.
Dejemos que los niños jueguen y se
diviertan
pero aprendamos, que crecer no es,
necesariamente,
perder la candidez, la humildad y la
humanidad.