RENÉ
Ante la inmensidad del mundo, René se sintió empequeñecer mientras el frío de la pena más infinita se instauró en su corazón. Cerro sus ojos con fuerza para no ver, para no sentir la pérdida, para acallar el inmenso dolor de su alma, así permaneció, inmóvil. Dejó pasar el tiempo porque en su vida ya no había días, sólo noches sin luna en la que la oscuridad parecía una espesa niebla que la había dejado ciega.
Poco a poco volvió a abrir sus ojos y al mirar al firmamento vió un mar de estrellas que iluminaban un nuevo camino sólo para ella. Volvía a haber paz y belleza a su alrededor pero ella se mantuvo quieta, observando,cómo con el tiempo, las estrellas se convertían en pequeños soles que intentaban infundir un soplo de aire cálido en la desdichada René.
Tras mucho tiempo, lo que le pareció casi una vida, la oscuridad dejó paso a la luz, pues hasta la noche más oscura termina con la salida del sol.
Fue entonces cuando René desentumeció su cuerpo enjuto y volvió a caminar, a pesar del dolor, volvió a recorrer un nuevo sendero que jamás creyó tener que tomar, volvió a vivir, volvió a sentir.
Dedicado a todas aquellas personas que han perdido a un ser querido.
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